No sé como expresar lo feliz que me has hecho estas últimas semanas. Cambiaría todo lo que he vivido en este mundo por la dicha de haber disfrutado de este tiempo juntos. ¿te acuerdas? Hace tan solo unos días nos eramos totalmente desconocidos. Pero ahora...que te conozco tan de cerca y tan profundamente, puedo adivinar lo que dices con un parpadeo, con un ademán, con un gesto. Te he aprendido a conocer en este tiempo comprimido en el espacio que nos rodea. Jamás, ni en mis más salvajes alucinaciones pensé tenerte tan cerca y tan mía. Aunque somos muy distintos, hemos sabido salvar nuestras distancias y acercar nuestros pensamientos, y cuerpos.
No concibo estar un solo momento alejado de tí, tu cara no deja de perseguirme aún con los ojos cerrados, tu voz me da vueltas en la oreja todo el tiempo y no me deja ni dormir. Estás tan presente en mí, que cualquier movimiento me levanta y acudo a ver si necesitas algo, como si fueras un bebé. Pero no todo ha sido como ahora.
Cuando te conocí, sentí que me despreciabas, que no merecía que el verde de tus ojos se depositara sobre mí. Tus desplantes, tu indiferencia y arrogancia. Era natural, se que pasabas por momentos difíciles, pero ahí estaba yo para tratar de consolarte como pudiera. Creo que lo logré. Era cuestión de tiempo, que te animaras a conocerme, que abrieras la mente y comprendieras que lo nuestro era posible. Siempre me acerqué a tí con palabras dulces envueltas en mi mejor perfume, todo lo que hacía era para halagarte y hacerte sentir mejor.
La primera vez que sonreiste cuando se me cayo la sopa sobre la ropa me dio tanto gusto. Era como ver a un gatito herido lamiéndose la patita. Te veía cada vez que nos dejaban y me gustaba platicarte de lo que quisieras. La verdad es que cuando te di el primer beso lo sentí medio forzado, pero tu me entiendes, tenerte tan cerca y no adorarte...
Todo pasó tan rápido entre nosotros, tu piel rosita como de un ratón contrastaba con la mía. Me tuve que lijar los callos unos días antes y ponerme mucha crema para que sintieras mis caricias suavecitas, que bien te sentías, y que bien me hiciste sentir. Puse todo mi empeño para que disfrutaras al maximo nuestros momentos, tenía que taparte la boca para que no se escuchara el gusto que te salía por la garganta. Gracias por hacerme feliz.
Como te lo dije, cambiaría mi vida porque esto no terminara. Y no tiene que ser...estoy seguro que nos vamos a seguir viendo, y nos vamos a seguir amando tanto o más que en estos días. Pero soy un hombre de palabra, y la cumplo que ni que. Hablé con tus papás y mañana te vas a reunirte con ellos. Pagaron hasta el último centavo, me da gusto por tí, y estáte segura de que no te vas a librar de mi.
viernes, 28 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario